lunes, 25 de abril de 2011

DEMONIOS EN LA CABEZA




Llegó de madrugada y tras verificar que nadie lo seguía, se introdujo en la alcantarilla que le servía de hogar. Si, era un asco aquel sitio pero muy pocos se atrevían a seguirlo hasta ahí.
Saco un paquete de cigarros del abrigo y una pequeña botella de ron y al dar la vuelta por esa enredada tubería, se encontró a Clemente agazapado en un rincón o mejor dicho acurrucado a la luz de la vela y con los ojos y el miedo saliendo de su esquelética faz.
  • ¡Jesús mío...has tardado tanto...tenia tanto miedo!- le dijo mientras su rostro empezaba a dibujar una sonrisa.
Diego poniendo su navaja a lado de su colchón en el suelo y encendiendo un cigarro, le paso la pequeña botella.
  • Te dije que te durmieras
  • Si pero... no puedo dormir...escuche ruidos y pensé que alguien venia y me cagaba del miedo...-decía mientras con sus pequeñas manos abría y daba un trago a la botella- ¿Porque has ido solo?
Diego lo miro un largo rato, parecía un ratón moribundo y asustado, asustado siempre y siempre a la expectativa de que algo malo pasara.
  • Tenia que ir solo, esperaba que me fuera mejor- Diego fumaba y dejaba escapar el humo por la nariz -pero solo encontré a una pareja en el parque y lo único que traían sirvió para los cigarros y la botella.
  • Oh Diego, amigo... algún día te devolveré el favor- y volvió a dar otro trago al vino -pero debiste haberme llevado...yo todavía puedo ayudar en algo, lo sabes verdad amigo? Soy más que un vejete entumecido verdad? Verdad?
  • Si si lo se! Pero de momento yo podía solo.
Diego pego la espalda al colchón tratando de ponerle solución al dolor en su espalda, los años laborables para otros habían cobrado las facturas.
  • Diego..toma echa un trago...esto te ayudara con el frío y el dolor.
  • Sabes que no tomo carajo. -dijo Diego cerrando los ojos.
  • Oh! es cierto...cierto.
El colchón estaba un poco mojado debido a la humedad que se filtraba por la alcantarilla, el olor era terrible pero cada día se iban acostumbrando un poco más.
Eran ya dos años en ese hueco para ratas, pero seguían allí porque nadie los molestaba y los mantenía alejados de los demás. Eran ratas...solo eso.
Diego mantenía los ojos cerrados y el cigarro en la boca cuando escucho llorar a Clemente...una vez más.
  • ¿Que demonios te pasa ahora? -pregunto un tanto desesperado.
  • ¿Como pudo pasar esto amigo? ¿Como hemos llegado hasta esto?..-lloraba Clemente soltando una pequeña vocecita recargado en la pared y sosteniendo la botella por un lado - Teníamos una vida...bueno yo tenia una vida, una familia, hijos y ahora solo nos ha quedado este mierda agujero...
Diego a veces no sabia como demonios había permitido que se le acercara ese viejo y mas aun haber dejado que lo siguiera como un perro faldero ...y seguir AUN con el como compañía.
No existía día en que no se quejara de su vida, de su pasado y por las noches el miedo a este mundo no lo dejaba dormir... era un refugiado de su propia miseria.


  • Dime Diego...¿como hemos llegado a esto? -Clemente aun seguía llorando y dando tragos de vino -¿como ha sucedido TODO esto?
Diego se pasaba una mano por la frente a modo de no desesperarse.
  • No lo se viejo, ¿quien diablos sabe algo de lo que pasa en esta vida?
  • Yo era el mejor cabrón para la cartera...nada de navajas como ahora, podía sacar las amalgamas de oro sin siquiera abrirles la boca...y ahora la puta artritis hace que me orine encima cada vez que voy al baño...- gruesas lágrimas le brotaban mientras desde su sucio colchón echaba tragos- ...PUTA MADRE!!!
Y era cierto...o al menos eso quería creer Diego. Cuando lo conoció lo salvo de una buena al pagar a dos extraños que lo tenían en el suelo por tratar de robar el monedero a una señora, lo hizo porque al verlo tirado y llorando como niño asustado se dio cuenta que en realidad ese viejo carecía de malicia y todo lo que le acompañaba era solo la mala fortuna de vivir toda la vida del lado equivocado. Pero muy por dentro Diego sabia que necesitaba de alguien para recordarle que aun existían personas con peor vida y suerte que la de el.
  • ¡Deja de quejarte viejo! Todos pasamos por esas y seguro llegaremos todos allá.
  • Tu nunca te quejas Diego...yo quisiera ser como tu...pero NO PUEDO. -Lloraba ahora más fuerte.
  • ¡Eh! por piedad...¡claro que me quejo! ¿Acaso tengo la apariencia de alguien que no tiene quejas en esta vida? -ahora se agarraba la cabeza con ambas manos- No me quejo contigo, eso es diferente...
  • Amigo...a veces no aguanto la maldita cabeza...es como si algo quisiera arrancármela desde adentro...son como malditos demonios tratando de mostrarme algo...pero no les entiendo por mas que lo intento y solo me queda este maldito miedo a todo...
  • Viejo.. -Diego tenia sueño y estaba cansado, el dolor de espalda lo estaba matando- la vida no te ha garantizado nunca nada y...
  • ¡¡¡¡PERO NO ES JUSTO!!!!-gritaba Clemente mientras con la botella de vino se golpeaba la cabeza- ¿PORQUE A NOSOTROS? ¿ PORQUE SIEMPRE EL MIEDO? ¿PORQUE YO? ¿PORQUE...?
  • Eh viejo...por favor...
  • ¿PORQUE LA MALDITA VIDA VACÍA?...
  • Diablos viejo no...
  • ¿PORQUE??? ¿QUIERO SABER PORQUE...
  • ¿Quieres saber?...¡¡¡PORQUE ASÍ ES LA MALDITA VIDA!!!! -Diego exploto de la manera que odiaba hacerlo- ¿QUIEN MIERDAS TE HA DICHO QUE ERES EL ÚNICO? ¿CREES QUE YO NO ME HE PREGUNTADO LO MISMO?... UNA Y OTRA VEZ ME LO HE PREGUNTADO, TANTAS VECES QUE YA OLVIDE LA MISMA ESENCIA DE LAS PREGUNTAS...¿¿¿SABES PORQUE???
Clemente estaba con los ojos muy abiertos, Diego lo había tomado por sorpresa y estaba ahora mas asustado que antes.
  • ¿¿LO SABES???...¡¡¡¡PORQUE SOMOS BASURA, PORQUE SOMOS MIERDA, PORQUE SOLO SOMOS CARNE CRUDA!!!!! ¿¿HABLAS DE MIEDO?? ¡¡YO SOY EL MIEDO EN ESTE MALDITO MUNDO!!...¡SOY TODO MIEDO ENVUELTO EN 80 KILOS DE CARNE CRUDA...EL MUNDO ES MIEDO ENVUELTO EN TONELADAS DE CARNE CRUDA! ¿¿¿¿Y TODAVÍA TE PREGUNTAS PORQUE???? ¡PORQUE NO LE IMPORTAS A NADIE! Y SI EN ESTE MOMENTO TE MURIERAS ''ELLOS'' VENDRÍAN A APLAUDIR EL SUCESO Y ¿¿SABES PORQUE?? ¡¡¡¡PORQUE SOMOS CARNE DE CAÑÓN....CARNE CRUDA DE ALCANTARILLA!!!!!
Diego se sorprendió a si mismo parado en medio de la cloaca frente a Clemente que lo miraba aterrado tratando de cubrirse la cabeza con las manos desde su miserable lugar en esta vida, ya no lloraba y solo atinaba a hacer pequeños sonidos como silbidos tratando de que los golpes no lo agarraran sin aire.
Diego sintió vergüenza por tratar de esa manera a alguien mucho mas débil que el.
Era el motivo por el que no le gustaba hablar... siempre terminaba hiriendo mas de lo que realmente quería.
  • Eh viejo... no quise decir eso! -le dijo mientras volvía a su lugar- es solo que no tuve un buen día y la espalda me esta matando.
Clemente con la cara llena de lágrimas se pasaba una mano limpiando sus ojos.
  • Sabes que jamás te golpearía ni te haría daño...somos amigos recuerdas? Eh?
Diego lo miraba y deseaba estar ahogado de borracho como el, no era bueno con las disculpas y le molestaban los silencios incómodos.
  • No te preocupes amigo...yo se que lo haces por mi bien...y todo lo que dices es cierto.
Clemente aun sollozaba muy bajo pero iba volviendo a la calma.
  • No, no es cierto... tal vez no de esa manera- Diego fumaba- es solo que para todos en algún momento es difícil.
Diego apago el cigarro y lo miro fijamente <! que demonios¡> pensó.
  • Sabes?.. , tengo planeado algo para mañana y en esto tu ayuda es muy necesaria..(mintió)
Ya no lo incluía en los trabajos, era demasiado lento y su temor aunque trataba de no demostrarlo siempre terminaba por echar a perder de alguna manera los atracos.
  • ¿LO DICES EN SERIO?...Oh amigo...veras que aun soy de provecho...veras que ni la puta madre de dios va a poder...
  • Si, si, si, ya lo se... mira, he estado observando a un hijo de puta inmenso salir todos los Viernes en la madrugada ahogado de borracho del bar de la 7 ¿sabes cual es verdad?
  • Oh si..-dijo clemente con una amplia sonrisa- bonito lugar.
  • Si, bueno el sale tambaleándose y camina dos cuadras hasta su bonito coche, no lo deja en el estacionamiento porque los del valet son mas miserables que nosotros, así que justo en el camino a su coche hay un pequeño callejón en donde vamos a sacarle todo de encima...y veras que será muy bueno.
Clemente lo miraba animado y tratando de no perder detalle acabando casi con la botella.
  • Y...¿como sabes que traerá dinero?
  • Claro que lo traerá...conozco a esos hijos de puta, todos son iguales y están por todos lados exhibiendo sus enormes relojes y grandes cadenas de oro y créeme que no merecen mas que nosotros.
  • ¿Y... donde...entro yo? -Clemente empezaba a mostrar cara de angustia- ¿que tengo que hacer?
  • Nada complicado, solo tienes que llegar con el y distraerlo a lado del callejón y yo me encargo de los demás. ¡El hijo de puta es enorme! Parece un enorme jabalí y aunque borracho necesito un poco de ayuda.
  • ¿Entretenerlo...eso es todo?
  • Así es...el no sospechara nada de un viejo borracho así que le preguntas algo, le pides algo o le platicas la PUTA BIBLIA si deseas pero al llegar al callejón lo necesito de espaldas para poder derribarlo y acabar pronto. ¿Entiendes?
  • ¡Si Diego!...ya lo veras.
Por alguna razón Diego sabia que no tenia que incluirlo, tuvo que modificar el plan para que el viejo se sintiera un poco mejor con su vida <me lleva la mierda> pensaba y ya dudaba de todo... pero el maldito sentimentalismo alojado en el lado izquierdo del cerebro no lo dejaba echarse para atrás. Ahora apaga la vela y trata de dormir que mañana te necesito despierto viejo.
  • Si amigo...veras que no tendrás de que preocuparte mas.
En la oscuridad Diego a punto de dormir, escuchaba a Clemente como todas las noches moviéndose en su colchón tratando de conciliar el sueño que le tardaba en llegar por el miedo que sentía ante cualquier sonido .
Había noches en que creía distinguir la silueta de Clemente en esa oscuridad mal oliente hincado a un lado de el, pero se iba desvaneciendo al adaptar su vista a la oscuridad.
Diego a punto de quedarse dormido escucho que Clemente sollozaba muy por lo bajo. <Mierda> pensó y se quedo dormido.


Eran las 3 de la madrugada, Diego alojado a las sombras de un angosto callejón esperaba ver por la acera el movimiento de personas pero nada se veía. El tipo había llegado al bar, eso era seguro ya que desde el callejón podía ver el lujoso coche estacionado a la luz de aquella blanca luna. <Todo saldrá bien> pensaba una y otra vez tratando de ser positivo, aunque eso jamás fue lo suyo. De vez en cuando tocaba su bolsillo izquierdo solo para asegurarse que la navaja, aunque no se usaría estuviera en su lugar, <todo saldrá bien...todo saldrá bien y mañana habrá algo delicioso y caliente frente a mi..> pensaba en rosbif aderezado con salsa de ciruela cuando escucho risas a lo lejos. Usando las sombras a su favor pudo ver a lo lejos a Clemente caminando a lado de aquel sujeto en traje oscuro y desfajado dando tumbos de un lado a otro y acercándose entre carcajadas borrachas. Aquel sujeto se veía aun más grande a lado de la diminuta figura de Clemente. Escucho al viejo contándole de las putas del la 23 mientras que el otro soltaba carcajadas, cada vez se escuchaban mas cerca. <Calma...lo esta haciendo bien el viejo> y al llegar al callejón Clemente se detuvo en la acera dando pausa para acabar de contar la divertida historia mientras que el enorme jabalí dando la espalda al mismo lo esperaba con ansia.
< Toneladas de miedo envueltas en carne cruda...toneladas de carne envueltas en miedo...que mas da. > De la oscuridad Diego le cayo por la espalda al sujeto rodeando con el brazo derecho su cuello y jalándolo hacia el interior del callejón mientras trataba de asfixiarlo con la llave para hacerlo perder el sentido, pero el sujeto daba vueltas con Diego en la espalda tratando de quitárselo de encima, tratando de subir por las paredes...era un enorme oso en un costoso traje tratando de arrancarse las ratas de la espalda.
  • ¡Hijo... de puta!...termina ya!!!!- decía para si mismo Diego mientras alcanzaba a ver a Clemente clavado al piso observando la acción.
Jamás hubiera pensado que le costaría tanto derribar a aquel sujeto, era demasiado fuerte hasta que empezó a sentir como se iba aflojando poco a poco aquel cuerpo entre sonidos guturales y balbuceos y lo fue dejando en el piso conforme el cuerpo inconsciente iba cayendo.
  • Mierda...este hijo de puta es enorme. -Diego jalaba aire tratando de reponerse mientras miraba el cuerpo tendido a la luz de la luna- rápido, antes de que despierte.
Empezó a buscarle en las bolsas cuando vio a lado del sujeto las llaves del auto en el piso, las tomo y aunque no había planeado vaciar también el coche, en ese momento le pareció una magnifica idea.
  • Tu sácale todo mientras yo registro el coche -Clemente miraba el cuerpo tendido sin saber bien que pasaba en realidad- ¡Eh viejo... despierta..! necesito que me ayudes con esto, toma la navaja y no te preocupes que esta desmayado.
La cosa pintaba bien. Por las calles nada se movía y de la luna solo una mediana luz cómplice seguía a Diego en su camino hasta el coche estacionado. Quito la alarma y empezó a sacar algunas cosas de valor, cosas electrónicas que hace tiempo dejo de conocerlas pero que no olvidaba su valor en un mundo tan superficial.
Acabo con la cabina y siguió con la cajuela <Rosbif y puré de papas...carne y miedo...> vacío todo, tanto que apenas podía sostener el botín entre los brazos.
La luna seguía en lo alto, brillando y anunciando suerte a cada paso de Diego en la fría madrugada en medio de una calle vacía y húmeda por el frío del asfalto.
Avanzaba y tras miradas por el hombro no veía la hora de estar en su apacible cloaca alejado de este mundo de porquería < un poco...solo eso > entro por el callejón, Clemente estaba en lo suyo y parecía haber entendido las oportunidades que a veces da la vida. Movía los brazos rápidamente sentado a lado de aquel sujeto tendido a la clara luz de luna. A lo lejos Diego lo miro sin poder evitar soltar una sonrisa. < Toneladas de miedo...> Al irse acercando le pareció que en aquella escena algo no iba del todo bien...no...definitivamente no estaba bien... una mancha oscura encima de aquel sujeto y que le bajaba por el inmenso abdomen para quedar derramada por el piso lo hizo ir acercándose pero disminuyendo el paso. A escasos centímetros del lugar, Diego dejo caer los brazos hacia los costados y ni el ruido de las cosas estrellándose contra el suelo de aquel callejón lo hizo quitar la vista de aquella escena...en ese momento su cuerpo era como un pedazo de tronco clavado en el Gólgota.
  • ¡¡¡ MIRA DIEGO... AMIGO... MIRA CUANTA CARNE Y CUANTA MIERDA SOMOS POR DENTRO!!!
Clemente sonreía y balbuceaba alegre mientras escarbaba con sus dos manos dentro del agujero sanguinolento de aquel enorme abdomen sacando y exprimiendo tripas...la sangre hacia un bizarro contraste al reventar contra aquella blanca camisa de algodón. Diego desde su sitio de incertidumbre y sin poder mover aun los miembros, solo se le escapo la lógica pregunta entre saliva:
  • ...¿QUE...HAS...HECHO?
  • Tenias toda la razón amigo...SOLO SOMOS CARNE CRUDA Y MIERDA... - decía Clemente mientras continuaba sacando todos aquellos pedazos que escurrían sangre en aquella oscuridad – ... solo carne cruda y miedo...
Los ojos de aquel tipo en el suelo miraban detenidamente hacia la oscuridad del cielo, tenia los brazos abiertos y una extraña expresión en el rostro como si antes de morir alguien le hubiera susurrado un preciado secreto al oído.
  • ¡JA... Mira toda esta porquería Diego! - Clemente se ponía en pie y estiraba los puños repletos de trozos de carne ESCURRIENDO sangre - algo podremos hacer con todo esto...
  • ¡NO TE ME ACERQUES HIJO DE PUTA!!!!!!.....
Clemente paro en seco confundido y al ver el rostro de Diego dejo de sonreír y como regresando de un lejano sueño empezó a ver hacia todos lados para descubrir un cuerpo mutilado y sus manos teñidas de sangre. Arrojo con asco y miedo los pedazos flácidos y colgantes de sus manos y con terror comenzó a llorar de rodillas tratando de limpiar sus manos en su ropa.
  • ¡Mierda!.. amigo... no se que paso...lo juro – lloraba mirando a Diego tratando de no gritar - ¿Que hice?..yo no quería Diego, NO SE QUE PASO!!! - se arrastraba como condenado a muerte y se disculpaba de manera apenas audible – no se que paso...es esta mierda dentro de mi cabeza Diego... no fui yo... no fui yo...
Diego saliendo de su letargo tomo rápidamente la navaja que yacía aun lado del cuerpo, la sangre aun se sentía tibia en su empuñadura. Se planto a los pies de Clemente mirándolo revolcarse y llorando.
- Diego...Diego...¿que ha pasado conmigo?...¿acaso existe para mi un infierno mas grande que esta MIERDA?... Por favor amigo...páralo ya, haz que se detengan... esta cabeza me esta MATANDO... y no entiendo...NO ENTIENDO NADA!!!!
Diego lo miro un instante mas, el tampoco entendía mucho, el terror lo tenia crispado pero en algo estaba de acuerdo con Clemente...¿acaso existe algo peor que los infiernos personales? Guardo la hoja de la navaja y la metió en su bolsillo. Hecho una ultima ojeada al cuerpo sacrificado a la luna y tratando de guardar la calma soltó a Clemente:
  • ¡Rápido...tenemos que largarnos de aquí...!

La oscuridad aun dejaba sentir su velo helado y a la luz de la vela Diego recostado desde su húmedo colchón miraba a Clemente, tan diminuto, tan viejo y arrugado que no entendía como había sucedido todo aquello. Nada se había hablado de regreso, solo sollozos por parte de Clemente y ahora dormía de manera plácida sin reflejar demencia ni remordimiento. Él que nunca conseguía cerrar los ojos y mantenerlos así por más de 10 minutos sin despertar de un salto cagado de terror, ahora parecía un cuerpo muerto a no ser por los suaves ronquidos. - Tal vez la razón por fin lo abandono – pensaba Diego empuñando por reflejo la navaja aun con sangre seca y a la expectativa de los ruidos ajenos que por primera vez percibía, haciéndole retumbar con eco en sus nervios para después ir meciendo sus ojos sobre cada cosa en esa mediana oscuridad...en ese pestilente hoyo de alcantarilla...
< Toneladas de carne envueltas en toneladas de miedo...>
A la pálida y amarillenta luz de aquella vela las cosas parecían saltar o moverse de manera peculiar y las alargadas sombras danzando como pequeños demonios le hacían recordar aquel gran horno (inmenso para el) en aquellos años de su niñez en que de la mano de su madre paseaba todos los días y detrás de uno elegantes baños públicos se miraba al fondo la gran llamarada de la caldera saliendo de sus pequeñas puertas con barrotes de acero, y su ruido ensordecedor en donde la fantasía de un niño agregaba lamentos y gritos desgarradores después de que su madre le confesara que de ese modo y mil veces peor era el infierno.

Diego creyó ver en la paz que reflejaba el rostro de Clemente una ligera sonrisa...y por primera vez comprobó la locura de las largas noches de insomnio.




FMS


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