lunes, 25 de abril de 2011

PODRIAS ENSUCIARTE UN POCO



Encendí un cigarro y me senté en un tronco ahuecado esperando la llegada del tren carguero que va a las minas del norte.

Hace parada en este sitio alrededor de una hora para cargar carbón y algunas otras cosas, así que siempre es un buen recurso para quien desea escapar o trasladarse a largas distancias cuando se esta quebrado y yo estaba mas que quebrado; estaba partido en dos.
Mientras esperaba, miraba como las hormigas andaban sin parar cargando migajas de algo que luego llevaban a su agujero. Entraban unas y salían otras, siempre parecían las mismas, siempre en la misma fila. A veces una se desviaba de su lugar y yo la seguía con la mirada y me preguntaba: ¿Como demonios haría para encontrar otra vez su lugar en ese mundo de exactitud? Andaba en eso cuando levante la cara y vi a un muchacho con una mochila a la espalda sentado en una roca, apuntaba algo en una libreta, levantaba la cara, me miraba un momento para después seguir apuntando. Baje la mirada a mis hormigas otra vez y maldije por haber perdido de vista a la extraviada.
Jamás encuentro la respuesta a nada.

De repente escuche al tipo acercarse y decirme de lejos:
  • ¡Eh! ¡Buenas tardes señor! Disculpe, ¿tendrá de casualidad un cigarro que le sobre?
Voltee a mirarle arrugando la frente, me había equivocado no era un muchacho, era casi un niño no mayor de 17 años, tenia un acento algo norteño y piel muy blanca, usaba una gorra de baseball y los pantalones rotos. Me sorprendió que alguien de su edad contara con cierta educación al hablar por estos lugares, así que le extendí la cajetilla, encendió un cigarro dando una buena fumada para después toser en dos ocasiones, volvió a dar otra pequeña fingiendo que sabía fumar y me paso la cajetilla.
  • ¡Gracias!
No conteste. Guarde los cigarros esperando que se alejara a su piedra pero decidió sentarse en mi tronco ahuecado.
  • Usted también va hacia el norte, eh?
  • ¡Mmju! -carraspee mirando al suelo-.
  • ¡Bien! Pues parece que vamos a hacernos compañía. Yo también voy viajando solo, –hablaba con un animo que no veía desde las películas de Disney- es bueno tener a alguien en un viaje como estos, ¿no cree usted?
Lo mire de reojo, sudaba copiosamente a pesar de no haber sol y sonreía nervioso.
  • ¿No sales mucho verdad? -dije yo mientras distinguía el sonido del acero acercándose.
  • A decir verdad ¡no! Pero ya sabe usted, es mejor estar acompañado por estos lados. No me queda mucho dinero y nunca se sabe a quien se puede encontrar uno, ¡sabe a que me refiero!
Me puse de pie observando de lejos el tren, ya había echado su carga y se aproximaba a regular velocidad, para cuando pasara por nuestro lugar deberíamos correr y trepar por alguna escalera. No era tan difícil pero se sabia de gente que perdía las piernas al dar el salto, pero tenia que ser así, de lejos o no había oportunidad. Tome mi mochila olvidando a las hormigas y empecé a correr.
  • ¿Y quien te dice que no seré yo el que te de el susto? ---le solté mientras pasaba a su lado.-
Logre posicionarme cerca de una gran puerta y la escalera a lado, arroje mi mochila con mis pocas pertenecías y salte para quedar parado en el segundo escalón, solo estire las piernas y ya estaba adentro. ¡Nada mal, nada mal! y echando una mirada atrás vi como mi acompañante me lanzaba su mochila mientras el seguía corriendo, -¡ah que pendejo!- dije mientras lo veía correr tratando de alcanzar la escalera del tren cada vez mas veloz, me puse de rodillas y le estire la mano logrando el impulso para que cayera dentro del vagón.
  • ¡Demonios! ¡Creí que era un poco más sencillo!.-dijo el chico recobrando el aliento.-
  • De eso te das cuenta las primeras veces, pero siempre es mejor pagar un boleto en el camión.-dije- mientras buscaba un lugar en la esquina mas cercana.
  • Si, pero por ahora no lo puedo costear. ¡Tengo lo justo para llegar!.
Tomo asiento frente a mí pero en la esquina contraria, teníamos cada quien a nuestro lado derecho un gran hueco que nos dejaba sentir un viento frío, la tarde empezaba a nublarse. Comenzaba a llover.
  • ¿Hacia donde va usted? -me pregunto mientras sacaba su libreta y continuaba escribiendo-.
  • ¡Aun no lo se! Tal vez me siga hasta la frontera. En realidad no me importa mucho.-dije con aburrimiento-.
  • Yo voy mucho antes de la frontera, allá vivo con mi familia.-dijo mientras sacaba unos dulces de la mochila, tomo uno y me ofreció el otro, yo lo rechace con la cabeza- Tuve un problema con mi padre y me escape hace mes y medio. Anduve vagando hasta que tuve algunos trabajos y pude juntar para regresarme. Ellos estaban muy angustiados, de verdad angustiados y me han dicho que no lo haga más. Ya todo esta arreglado.
  • ¿Que tanto escribes?- le pregunte mientras me recostaba usando mi mochila de almohada.
  • No escribo, diseño la conversión de un coche, es de mi papa y lo estamos arreglando. El tiene un taller mecánico y trabajábamos en ello antes de que me escapara.
Me arrojo la libreta para que viera el dibujo.
Yo no se una mierda de mecánica, yo no se una mierda de nada, pero el dibujo era muy bueno, tenia indicaciones y hasta pie de pagina. Se veía realmente bien.
  • ¡Se ve bastante bien! -Le dije mientras le regresaba la libreta- ¡Así que trabajas con tu padre!
  • Solo en las tardes, voy a la escuela aun. Estudio ingeniería y me recibo en un año, ¿sabe? ¡soy bastante bueno en la escuela!
  • No lo dudo.
El paró un momento y empezó a pasar la vista por el vagón, como si no se hubiera dado cuenta en donde estaba: fierros retorcidos, metales oxidados y llantas viejas de varios tipos. Un olor a pasado y humedad que a mí me hacían sentir cómodo, tal vez a el le molestaron un poco y rascándose el cuello me pregunto:
  • ¿Porque no le importa?
  • ¿Porque no me importa que?
  • ¿Porque no le importa hacia donde va?
Me miraba poniendo atención a mis palabras. No me gustaba la gente y normalmente evitaba tener una platica con cualquier persona, pero había algo en este muchacho que me hacia sentir cómodo.
Tal vez me recordaba a alguien.
  • ¡No lo se! He andado por muchos lados. Supongo que se me acabaron las opciones.
  • Habla como si fuera mucho mayor de lo que realmente es.
  • ¡No se trata de eso! En realidad no existe tiempo para hartarte de algo. Tal vez vivas muy deprisa o tal vez tengas poca habilidad para aguantar. El caso es que cuando sucede, simplemente te da igual todo lo que venga, hijos, esposa, familia, acaba todo importándote un maldito demonio.-me miraba con los ojos medio cerrados sin poder entender bien- Háblame de “tu”- le dije-en realidad no soy tan grande.
  • ¡OK!, pero no comprendo, ir por la vida así como así, no encuentro el sentido. Es bueno hacer bases.-
Sonreí amargamente. Definitivamente me recordaba a alguien.
  • ¡Mira! No soy quien para darte consejos -dije- Solo trata de vivir sin problemas.
Saque los cigarros, afuera llovía pero no era algo molesto, iba oscureciendo poco a poco y nuestro paso por los cerros nos daba un olor a pino, tierra mojada y soledad. El cielo estrellado no nos dejaba olvidar la insignificancia de los momentos tormentosos, aunque fuera por breves instantes.
Encendí mi cigarro, trague el humo y pocas, muy pocas veces lo sentí de esa manera tan especial, lo disfrutaba como navaja en las venas del suicida. Le ofrecí un cigarro a mi compañero.
  • ¡No gracias! La verdad no se fumar.
  • ¿En serio? -dije sonriendo-.
  • Si, tampoco se me da la bebida.
Guarde silencio mirando hacia afuera, deseaba por momentos estar perdido en aquella oscuridad. Podría morir feliz tumbado en cualquier sitio de esos al azar.
  • ¿Porque no vienes a trabajar con nosotros? -Su pregunta me tomo por sorpresa.-
  • ¿A trabajar con quienes?
  • ¡Al taller! con mi papá y conmigo, a mi papá no le importaría y siempre necesita ayuda. Tendrías donde dormir y comer.-No podía mirarle bien la cara por la oscuridad pero parecía que sonreía. Continuo- Mis padres son buenas personas y cuando sepan que me has ayudado...
  • ¡Hey! ¡un momento! yo no te he ayudado en nada -dije en tono confundido.-
  • ¡Claro que lo has hecho! Me ayudaste a subir al tren.
  • Eso lo hace cualquiera que quisiera robarte.
  • Te aventé mi mochila, yo estaba abajo y traigo el dinero en ella.
  • ¿En serio?... ¡Oye¡, no deberías confiar tanto en la gente ¡no me conoces!. Tu mamá debe ser joven y yo podría propasarme con ella -dije sonriendo.-
  • Cuando conozcas a mi papá no te pasara por la cabeza hacerlo. -comento el divertido.-
Los dos sonreíamos, era un buen momento en medio de la oscuridad. Apague mi cigarro y me acomode sintiendo lo duro de la plataforma.
Charlamos alrededor de dos horas mas, hablábamos de lo que fuera y era bastante relajante. Ese chico tenía plática para todo. Se paso el tiempo tan rápido que no se sintió realmente, solo se percibía por el cansancio en el cuerpo y el peso en los párpados. Era agradable.
  • ¡Duérmete! -le dije- todavía falta mucha vía y se me cierran los ojos.
  • Bien.
Empezó a hacerse bola y la paz del silencio se encargo de lo demás, de verdad se me cerraban los ojos y empecé a imaginarme un trabajo formal, tiempo, amistad, cariño...era raro pero en verdad nunca se sabe. Por alguna razón me sentía en paz y le pregunte al chico:
  • ¿Es verdad todo eso del trabajo?
  • ¡Créeme! Jamás miento cuando hablo de mi familia.
Guarde silencio y volví:
  • ¿Que crees que sea lo peor que pudiera pasar? -le pregunte con la duda del necio. El guardo silencio pensando y dijo:-
  • Puedes estar un tiempo, hacer algo de dinero e irte cuando sea demasiado para ti.
  • Eso no suena mal.
  • Bueno... ¡podrías ensuciarte un poco tal vez!
Yo seguía sonriendo. Parecía que el chico era quien me guiaba de algún modo.
  • Puedo aguantarlo. -conteste.-
No se cuanto tiempo paso. Caí en un sueño pesado, mecido por el sonido de los rieles y de pronto me encontré rodeado de montañas que se alzaban a lo lejos, majestuosas cuales dioses dormidos, un llano verde y árboles que se movían con el vals del viento. La hierba me rozaba las piernas y el aire en mi rostro me hacia levantar la cara para observar las nubes que pasaban con cierta calma, plateadas por los rayos del sol y burbujeantes como espuma de mar. Camine feliz por esos senderos solo por recorrerlos y aunque de repente me llegaban de lejos sonidos, una especie de gritos y llantos, no cabían en ese espacio de alegría y paz. Decidí avanzar y tratar de perderme entre los árboles pero me llamaba la atención que ellos iban desapareciendo conforme yo iba avanzando. Y de repente me detuve, los sonidos regresaban ahora más reales y más lastimeros. A mi derecha por el horizonte percibí un movimiento lento, era un desfile de hormigas, eran gigantes y avanzaban una detrás de otra en una interminable fila para perderse dentro de un inmenso agujero, mientras que un ruido como un derrumbe a mi izquierda me hizo observar el movimiento de montañas. Eran seres perdidos en el tiempo que ahora se ponían de pie y volvían a quedar inmóviles sumergidos en otros siglos de sueño. Levante la cara al cielo y en una nube enorme de color dorada que estaba justo encima de mi, reposaba un demonio con majestuosos cuernos, su color rojo brillante me hacia recordar las manzanas que devore en mi niñez. Metía una mano muy profundo en la nube y dejaba caer encima de mi pedazos de papeles que conforme se acercaban distinguía como billetes. Eran miles los que caían a mí alrededor y aunque los sonidos de llanto y gritos estaban mas cerca y me asustaban, levantaba las manos hacia la nube mientras el demonio con grandes cuernos y piel color de manzana me sonreía.

El sueño termino y me sorprendió la realidad en la oscuridad del vagón con los brazos extendidos hacia arriba pero unos gritos que me desgarraron los nervios y el alma, me hicieron incorporarme como resorte quedando sentado y tratando de traspasar la oscuridad. Todo en mi era confusión, seguía el ruido del tren sobre los rieles y el viento entrando por los grandes huecos de las puertas y de repente pude distinguir frente a mi dos sombras en el suelo, una encima de otra, la de arriba mucho mas grande gruñía, gritaba y golpeaba y la de abajo solo lloraba gritando cosas que no podía entender.
Empecé a comprender lo que estaba sucediendo pero antes de que pudiera reaccionar, un golpe en pleno rostro me hizo sentir que caía en un pozo lleno de luces de colores.
  • ¡Quiero que llores!
Trate de levantarme pero otro golpe en el ojo derecho me hizo cubrirme la cara apretándome contra el piso del tren. Sentía que la cabeza me iba a explotar como calabaza mientras por algún lado me entro un golpe seco en el estomago que me hizo vomitar sangre. Sabía a sangre.
  • ¡QUIERO QUE LLORES HIJO DE PERRA!
No podía ver quien me gritaba, cada vez que intentaba ponerme de pie un golpe peor que el anterior me dejaba otra vez en el suelo. Yo levantaba las manos tratando de cubrirme pero no lo conseguía, sentía que corría sangre por mi cabeza .
  • ¡PARATE HIJO DE TU PUTA MADRE!
Estaba contra la pared del tren, todo me daba vueltas y observe frente a mí una sombra inmensa, parecía un oso, una bestia. Tal vez lo era. Me fui poniendo de pie recargándome de la madera y la luz de la luna me dejo ver la figura de un hombre muy grande con algo en la mano que parecía un largo filero. Los gritos de mi compañero seguían pero eran callados un poco por el cuchillo que le tenia en la boca; el tipo que lo estaba violando.
  • Vas a llorar maldita perra, ¡TE VOY A HACER GRITAR!
No podía comprender como había sucedido todo aquello. ¿De donde salieron ellos?
  • ¡Bájate los pantalones! - su voz era repugnante.
  • El ...dinero esta... en...
No acabe de terminar la frase, no podía terminarla, entonces recibí una patada entre las piernas que me hizo caer de rodillas.
  • ¡QUIERO QUE TE BAJES LOS PANTALONES Y VENGAS PARA ACA O TE VOY A HACER QUE MASTIQUES TU PROPIA CARNE!
Volví a ponerme de pie, en el fondo del vagón seguía la violación y continuaba la otra. Desabroche mi pantalón y deje que cayera por mis piernas deteniéndose en mis botas. El hombre frente a mí comenzó a desabrochar su cinturón y a meter la mano dentro de su pantalón sacando un enorme pene y mientras se masturbaba me decía:
  • ¡Ven, acércate perra y llora!
No podía moverme, sentía que de un momento a otro el dolor me iba a vencer, ya no escuchaba ningún ruido proveniente del fondo.< tal vez esta muerto ya... tal vez estoy muerto yo y si no es así, seguro vamos a estarlo en un momento> pensaba mientras arrastraba mis pies hacia adelante < Maldita sea.. puerca vida...> iba caminando a mi muerte. Muchas veces estuve tratando de adivinar de que maldita manera acabarían mis días. Esperaba cobardemente que fuera mientras dormía o drogado, jamás soporte el dolor físico y estaba visto que no iba a morir tumbado en ningún prado verde. La vida te pone pruebas siempre: facturas impagables, semáforos en rojo, autos sin gasolina, mujeres locas, cuidarte del loco de la calle que te observa por encima del periódico, del hombre trajeado detrás de un escritorio, del orate detrás del televisor, cuidarte de todo y escapar de todo, ¿para que? - ¿para acabar con el culo jodido y en pedazos regado a lo largo de una vía del tren? Todos íbamos a morir, tenemos toda una vida para prepararnos y empezamos un segundo después de nacer. Como es lógico yo jamás seria una excepción, pero si iba a morir en ese momento, jure por todos mis dioses muertos que no seria en manos de ese mal nacido hijo de puta.
Me detuve casi frente a el y lo mire masturbándose.
  • ¡Bien!, ¡eso es!, ¡acércate un poco más!
Hablaba casi sin sonido, pero me quede parado observándolo. El me miro, dejo de sonreír, volvió a mirarme de arriba a abajo extrañado y yo simplemente me deje caer hacia un lado, hacia afuera del tren cerrando los ojos. Sentí de todo y nada, pero sobre todo el viento. El viento que te hiere con frías puñaladas.



El dolor y el frío me despertaron. Aunque seguía con los ojos cerrados y boca abajo, estaba consciente pero no me quería mover. Trataba de adivinar que demonios había sucedido, por supuesto nada bueno ya que sentía un dolor que a diferencia de lo que pudiera sentir en el cuerpo, era mas pesado, algo que oprimía el pecho y costaba trabajo respirar.
Así estuve un largo tiempo.
Pude saber que estaba amaneciendo por el canto lejano de las aves y el frío que era más seco y quemante que el frío de la noche.
Volví a quedar desmayado o dormido, hasta que algo húmedo que esnifaba en mi trasero me hizo abrir los ojos y darme vuelta. Era un pequeño perro con sarna que al mirar como me levantaba del suelo para quedar sentado, corrió asustado y se paro a cierta distancia mirándome con curiosidad.
Había pasado rápido el tiempo, mire el reloj y marcaban cerca de las diez de la mañana. La cabeza me dolía de forma exagerada, estaba lleno de tierra, tenia la boca seca y al parecer tenia rota una costilla. ¿Como demonios paso todo esto? -Pensaba tratando de organizar mis ideas.- Salte de un tren en movimiento y seguía respirando. ¡Vaya “suerte” la mía¡.-pensaba mientras miraba al perro que se acercaba con miedo para después volverse a sentar alejado sin dejar de mirarme.-
Aun tenía los pantalones por debajo de las rodillas y sangraba por todo el cuerpo, mi ojo derecho no lo podía abrir completamente y tenía un hematoma enorme en la cabeza. Por la caída sentía piedras y vidrios enterrados en mis piernas, trate de quitarme un vidrio de la rodilla pero al tratar de hacerlo, me quede mirando mis manos y sentí tristeza al pensar que pudieron haber servido para hacer algo de provecho. El perro aun seguía mirándome con atención, tenia un lazo roto amarrado del cuello, el también había escapado, había fugitivos por todos lados. Yo también lo miraba atento a sus movimientos, cuando de pronto sentí pena de estar semi desnudo enfrente de el. Me sentí muy incomodo así que me puse lentamente de pie, el dolor era enorme pero pude subir mi pantalón y abrocharlo. Mire el lugar, estaba a unos siete metros de las vías del tren y no había nada ni nadie a mi alrededor, a excepción del perro.

La mañana era fría, no asomaba sol por ningún lado y unas nubes negras se aproximaban lentamente, así que empecé a caminar arrastrando un poco la pierna derecha. Cuando me alejaba el perro seguía mirándome pero no intento seguirme y yo no le llame. Llevaba caminando unos diez minutos y el nudo en mi garganta no acababa de aflojar. Mi enojo y frustración se hacia cada vez mas grande y yo solo me preguntaba ¿ por que? Pero jamás tendría respuesta a una pregunta tan difícil. Llegue a un cruce de caminos y a mi lado derecho vi. aproximarse una vieja camioneta que transportaba cerdos. Se detuvo, cuando estuvo a mi lado, el conductor me miro con los ojos muy abiertos y me dijo:
  • ¡Buena golpiza que te han dado!
Era un viejo con sombrero roto y dientes amarillos.
  • Sube, te voy a arrimar al pueblo.
Yo subí a la camioneta, el asiento era suave y caliente. Era bueno estar ahí.
  • Te voy a llevar a la estación de policías. -me dijo mientras me pasaba un trapo mojado.-
  • No voy a ir con ningún policía, así esta bien.-dije mientras trataba de limpiarme.-
  • Pues deberías. Estas cosas suceden muy frecuente por aquí.
  • No. Solo necesito conseguir donde dormir.
El viejo guardo silencio. Mientras manejaba volteaba a verme de vez en cuando.
  • Bien, pues yo conozco un lugar, es una fabrica,- decía mientras conducía- puedes trabajar ahí y por las noches quedarte a dormir.
  • Suena bien!- comente tomando el retrovisor para mirarme el rostro y cuando estuve frente a el, simplemente no me reconocí, ese rostro no era el mío y el mío jamás lo volvería a observar otra vez.
  • Es una fábrica de refacciones y esta casi en quiebra.- comentaba el anciano mirando el camino.
Yo baje la mirada, empecé a sentirme mal y a sudar frío.
  • ¡Hey muchacho! ¿ Te sientes bien? ¿Estas llorando?
  • ¡NO ESTOY LLORANDO ESTOY BIEN!
  • Bien. Como te decía: vas a trabajar ocho horas diarias cortando alambre. Es aburrido pero no es pesado y la paga no es mala. Solo que debes llevar tus propias pinzas de corte...
  • ¡MALDITA SEA! Aquí me bajo.
El anciano se detuvo y yo baje enseguida.
Frente a mi había un sendero de terrecería con largas cercas de alambre de púas a cada lado. Parecía no tener final.
  • ¡Ese camino no va a ningún lado! Vas en la dirección contraria muchacho.- me grito el anciano desde la camioneta. Yo voltee a verlo pero no le dije nada, no tenía nada que decir.
  • Bien... Malditos locos.- y se fue dejando atrás una nube de polvo mientras yo lo veía alejarse.
Una gran tristeza y sensación de dolor me invadió, tuve que agacharme un poco poniendo las manos en las rodillas. Mire el suelo y la tierra suelta y comencé a llorar. Gruesas lágrimas caían de mis ojos y se hundían en la tierra dejando pequeños huecos, sentía que no acabaría de llorar nunca. No había perros ni hormigas, solo polvo y frío. Unas enormes nubes negras me hicieron desear estar debajo de una mesa resguardado por unos largos manteles alrededor y jamás salir de ahí. Me dolía todo, me dolían las piernas y los brazos, me dolía el alma, la conciencia y el corazón, me dolía la sangre y me dolía la vida, me dolía el planeta, las estrellas y las malditas galaxias ...!! VOMITO DE DIOS¡¡

< Mierda,- pensé- ni siquiera supe su nombre.>

Empezó a llover y yo empecé a caminar.





FMS

1 comentario:

  1. Gracias Buk por recordarme este relato fue uno de los mejores que hiciste. Me alegre que al fin hayas decidido armar tu blog, espero que haya mas material pronto para deleitarnos

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